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Una chica igual a las demás

En el Día Internacional de la Mujer es importante recordar que los contextos en los que vivimos las mujeres son muy distintos entre sí. Sin embargo, nuestras experiencias, ilusiones, dudas, metas, y esperanzas son más similares de lo que podría parecer en un principio.


Desde el 2020, Nuna Lifestyle ha colaborado con el Programa La Ribera, un proyecto de la Fundación Alfredo Jijón en colaboración con Plan Internacional que busca promover la salud integral, la autonomía y el empoderamiento de madres jóvenes. Desde entonces hemos llevado a cabo distintas iniciativas para conectarnos y crecer mutuamente. Pero ¿quiénes son las jóvenes que van a La Ribera? Ellas son madres, pero también son hijas, hermanas, amigas, vecinas, compañeras, como tu y como yo.


Aman ser mamás. Les encanta enseñarles cosas nuevas a sus bebés y crecer con ellos. Para mimarles, les hacen dibujos, les cocinan, les cantan, tallan sus nombres en madera, y les cubren con colonias, cremas, aceites, y jabones de glicerina.


Fotografía por Yolanda Escobar

Al mismo tiempo, están cansadas y sienten que hacen muchos sacrificios. No siempre tienen ganas de limpiar las travesuras de sus hijos, lavar la ropa, o cambiar otro pañal.


“Ser madre es aprender a cambiar pañales aunque no te guste”


Han sobrepasado dificultades que otras personas tal vez han encontrado en etapas posteriores de sus vidas, o que quizá nunca enfrentarán, pero también comparten las dudas y sentimientos de casi todas las mamás. No están seguras de cómo hacer que sus hijos lacten, prueben la papilla, se bañen, salgan de la tina, coman sin regar, duerman, ordenen sus juguetes, les obedezcan, y dejen de gritar, pero les ilusiona mucho festejar su primer cumpleaños con globos, familia, y comida especial. Sienten que en su maternidad hay tanto espacio para la tristeza como para la felicidad.


“Mi hija es terrible cuando se trata de madrugar. No me gusta cómo es su carácter en esas circunstancias”


Lloraron cuando supieron que estaban embarazadas, y también durante el eco en el que escucharon el primer latido del corazón de sus bebés.


“Tengo miedo de no saber qué contestarle a mi hijo cuando me pregunte quién en su papá”


En sus embarazos, se asombraron de lo pequeña que era la primera ropa que compraron o les regalaron, y de cuánto crecían sus propios cuerpos. Tuvieron penas, miedos, dudas, confusión, y antojos de dulce de frutillas con chocolate, mariscos, helado, y mango con sal.


Algunas ocultaron sus embarazos hasta que sus cuerpos no lo permitieron más. Unas pocas contaron con el apoyo de su entorno. La mayoría vivió discriminación, violencia y juicio por parte de sus profesores, familiares, compañeros, y hasta desconocidos que, “sin conocer tu historia, te señalan mal”.


“¡Con el embarazo adolescente, lo único que existe y va existir siempre son las críticas y las burlas!”


“Tan pronto como supieron, todos en mi curso hablaban de mi embarazo como si fuera un pecado. Algunos comentarios fueron tan crueles que me hicieron sentir como un bichito”


Algunas estuvieron acompañadas en el momento de dar a luz. Otras, en cambio, parieron solas. Para ellas, esta experiencia fue muy difícil.


“Mi parto fue muy doloroso y vergonzoso porque no tuve nadie que estuviera a mi lado. Yo todavía era una niña y no sabía cómo controlarme. Cuando por fin nació mi pequeña me sentí muy feliz pero a la vez triste porque no tenía a nadie de mi familia, mucho menos al padre de mi hija. Una enfermera que estaba por ahí grabó un video de mi parto”


“Pido disculpas por gritar al rato de mis dolores y aferrarme a la enfermera como si fuera un saco de fuerzas”


Carta escrita por una de las jóvenes que van a La Ribera

Algunas regresaron a trabajar pocos días después de salir del hospital porque tenían que mantener el hogar. Aun así, muchas, aunque en la noche, no dejaron de estudiar. Y es que ellas también tienen los anhelos propios de las niñas de su edad. Sueñan con ser abanderadas del colegio, o con graduarse y poder seguir la carrera que les gusta en la universidad. Otras, tienen miedo de no lograr regresar a estudiar, no cumplir sus sueños, y no poder ayudar a sus pequeños con las tareas.


Fotografía por Yolanda Escobar

Hacen sus deberes sobre sus camas o mesas de la cocina, entre comida, ropa por doblar, juguetes, y café. Muchas veces no tienen dinero para comprar los libros que necesitan para el año escolar.


“Mi expectativa era tener útiles y un uniforme nuevo. Mi realidad fue que a mi madre no le alcanzó para darnos eso a mis hermanos y a mí. Es una etapa de mi vida que me pone triste”


Tienen miedo a las alturas, pero quieren llegar alto y cumplir sus metas. Algunas sueñan con ser empresarias, pasteleras, ingenieras o diseñadoras de moda. Muchas quieren dientes y vestidos blancos, casas, viajes, y familias tradicionales. Aspiran a vidas organizadas, con autos, niños, y perros, todos bien lavados.


“Espero encontrar una persona para casarme de blanco. Siempre he soñado eso. Esas son mis metas, quiero una familia feliz”


Para salir adelante, sienten que tienen el apoyo de sus hijos, de Dios, de sus amigas, y de sus familias, sobre todo el de sus mamás. Pocas sienten que cuentan con sus parejas, maridos, o padres de sus hijos.

Les gusta peinarse, pintarse las uñas con brillos y diseños de flores, y maquillarse mientras sus niñas duermen. También disfrutan cuando se sienten fuertes jugando fútbol o aprendiendo a boxear.


Aman bailar y escuchar música romántica, y les llaman la atención las novelas de terror. Algunas son buenas para dibujar.

A unas, les gusta mirar al cielo, explorar los bosques y la naturaleza, y criar conejos, pollos y gallinas. A otras, estar dentro de casa para jugar en el celular, cocinar, o decorar postres. Llevan tatuajes de rosas, de sus hijos, y de los padres de sus hijos, aunque ya no estén juntos.


Fotografía por Yolanda Escobar

Se describen a sí mismas como mujeres fuertes, sencillas, positivas, tranquilas, creativas, transparentes, sociables, guerreras, alegres, directas, soñadoras, triunfadoras, dedicadas, perseverantes. Se reprochan por enamorarse ciegamente. En momentos duros, se comparan con casas de madera destruidas y abandonadas. Algunas piensan que han fallado como hijas, y también como madres. Intentan aprender de sus errores, y siguen luchando por mejorar. Tratan de no llorar para que las personas a su alrededor les consideren valientes.


Fragmento de carta escrita por una de las jóvenes que van a La Ribera

¿Quiénes son las jóvenes que van a La Ribera? Ellas son madres, pero también son diversas, imperfectas, resilientes, complejas, completas. Sobre todo, y como todos, son humanas.


Todavía queda un largo camino por recorrer hacia la igualdad de género, pero reconocer lo que nos une entre mujeres será lo que nos permitá seguir conquistando espacios y cambiar estereotipos. Porque juntas somos más fuertes.


Para conocer del proyecto más reciente de Nuna Lifestyle y la Ribera, haz clic aquí.



Sobre la Autora

Belén Febres

Comunicadora comunitaria e investigadora social. Con su trabajo busca juntar voces, corazones, conocimientos y vivencias. Actualmente está realizando un doctorado para aprender sobre las experiencias de vida y las percepciones de salud y bienestar de mujeres diversas que han migrado a Quito desde otros lugares del Ecuador.


Instagram: @belenfebres


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