top of page

Ser vegetariana: coherencia, amor propio y mi ley universal

Ya es más de un año desde que soy vegetariana, y es una de las decisiones más coherentes que he tomado a lo largo de mi vida. El ser vegetariana me ha dado concordancia y disciplina en mis actos. Hoy me siento en un mayor equilibrio y entendimiento sobre mi salud, mente y espíritu.

Mi decisión comenzó sin que yo me diera cuenta, al vivir como voluntaria en un proyecto posdesastre en la costa de nuestro país. La dieta diaria era en base a vegetales, granos, harinas y verduras, ya que no contábamos con los fondos suficientes para comprar proteína animal para el gran número de voluntarios que vivíamos en el campamento. Así comencé, sin darme cuenta, hasta que empecé a notar diferentes cambios en mí.


El primer cambio fue el poder tener un discurso coherente con mi filosofía de vida. Soy una persona que trabaja para salvar el mundo, sí, así como lo leen, no es utopia.  Manejo una fundación en la que promuevo el trabajo y voluntariado responsable, ese que debe comenzar desde la motivación interna de cada persona, hacia proveer alternativas de vida sustentables. Es por esto, que mi decisión de ser vegetariana se ve inmersa en generar estas alternativas de vida; por ejemplo, sino estoy de acuerdo con el maltrato animal por qué ser cómplice de una industria que lo promueve. Aunque mi acción aislada no vaya a cambiar el mundo, debo actuar como si realmente fuera a ser así. Por eso dejé de comer animales. Para mí esta es la única manera de defenderlos coherentemente y de comprometerme al 100% con mis principios.

Puedo seguir enumerando algunas razones por las que mi vida es más coherente y sana después de hacerme vegetariana, pero el verdadero motivo que me hace celebrar esta decisión y aumentar mi convicción, es el poder compartir esto con las personas que más amo, mi familia. Mi familia desde el principio siempre apoyo mi decisión, pero nunca entendieron por qué lo hacía y se preocupaban de como llevaba mi dieta “poco sana” porque no comía proteína animal, que según ellos es la mayor fuente de energía. Por cierto, no está demás decir que es importante asesorarse con un experto sobre las alternativas de proteína vegetal que existen y las porciones que debemos ingerir.   


En estos últimos meses el cáncer se hizo presente en mi familia. Una enfermedad que nos ha despertado a todos y nos ha hecho entender, conocer y abrir los ojos, ante pequeños detalles de la salud y el espíritu, que no le prestábamos atención antes. 


Mientras investigamos sobre qué debía tener una adecuada nutrición para vencer al cáncer, conocimos que el consumo de carne procesada causa y alimenta a las células cancerígenas, ya que contiene grasas de mala calidad. Al cocerla se forman sustancias cancerígenas debido a aditivos de la carne y es un producto muy alto en sal. Tanto doctores, como nutricionistas recomiendan omitirla de la dieta. 


También aprendimos que es bueno llevar una dieta alcalina que se base en consumir alimentos que elevan el PH de la sangre. Para esto es recomendable comer las verduras crudas que aportan oxígeno a tu organismo como: brotes de alfalfa, remolacha, brócoli, zanahoria, coliflor, apio, pepino, berenjena, entre otros. Y todas las frutas, ya que tienen efectos altamente alcalinizantes.


Comer una dieta vegetariana ha hecho que mi madre esté fuerte para recibir mejor sus tratamientos, que ame a su cuerpo y poco a poco vaya conociéndolo mejor y aprendiendo qué tipo de comida necesita, y como dice ella, “mientras más colores y verduras, mejor se siente mi cuerpo para combatir esta enfermedad”. Mi papá ha decidido acompañarnos también en este cambio por amor a su esposa.


A pesar de que mi convicción sobre el cuidado y respeto hacia los animales, fue mi impulso inicial para ser vegetariana, ahora entiendo que tiene un propósito mayor, es la prueba de amor más grande que hago conmigo misma y con las personas que más amo. El poder tomarnos el tiempo para juntos cocinar en familia, cultivar nuestros alimentos en casa, acompañar a mi mamá a vencer la enfermedad, y educar a otras personas en lo importante que es amarnos para cuidarnos, es realmente gratificante y divertido.


Sobre la Autora


Carla Rizzo

Project Manager, comunicadora y consultora independiente con experiencia en responsabilidad social corporativa, organizaciones humanitarias y proyectos comunitarios. Actualmente dirige la fundación EPICENTRE, donde trabaja con comunidades en proceso de transición hacia la sostenibilidad, y forma voluntarios para ser guardianes del planeta.

20 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page