Son las 09h00 y la Escuela Granja de Fundación Cecilia Rivadeneira empieza a recibir a niños, niñas, madres, padres y voluntarios. Es el día del último ensayo de la obra de teatro, Los Argonautas de la Alegría.
El proceso de preparación inició hace cuatro meses, cuando un grupo de 80 niños y niñas participaron del campamento vacacional de artes escénicas. Son casi las 09h30 de su último sábado de práctica y todo empieza a tomar forma. La directora de la obra, Diana Carolina Cancino de Corporación Humor y Vida, reúne a todos en el aula de teatro. Es momento de realizar el calentamiento previo. Durante este ejercicio recuerdan la importancia que tienen sus cuerpos para expresar emociones, se conectan con la energía que tienen para transmitir esta historia y se afianzan como grupo. “El teatro es una herramienta de transformación para los niños porque permite desarrollar habilidades sociales. Ellos crean destrezas para enfrentarse a diferentes problemáticas. Además, se fortalecen valores sociales y personales; y encuentren espacios de integración y distensión con otros”, nos cuenta la directora.
La fundación lleva casi 15 años trabajando con la misión de transformar la vida de los niños y niñas con cáncer y sus familias en Ecuador. Este trabajo está enfocado en cinco ejes de acción: investigación, educación, salud emocional, recreación y deporte.
Han transcurrido cinco años desde que iniciaron el programa de artes escénicas y por este espacio han transitados niños y niñas desde los 2 años hasta los 16. Muchos de ellos se presentarán por quinta vez en el teatro.
Son las 10h00 y los voluntarios empiezan a agrupar a los niños dependiendo de sus diferentes personajes. Los Argonautas de la Alegría narra la aventura que Cecilia y sus amigos emprenden para encontrar el “vellocino de oro”. En el camino se encuentran con varios obstáculos, pero también oportunidades y regalos, a través de los diferentes mundos de fantasía que atraviesan. Existen sirenas, mariposas, monos, flores, dioses y muchos más. La dedicación de los niños en realizar sus coreografías, repasar sus líneas y apoyarse unos a otros empieza a notarse.
Año a año, la cantidad de niños que participan de este programa ha crecido. En el 2014 empezó un grupo de 30 y, actualmente, el programa cuenta con más de 80 niños listos para su presentación. Parte de este grupo se encuentra con diagnóstico de cáncer, otros han vencido la enfermedad y siempre están acompañados de sus hermanos, quienes son parte de este proceso familiar.
Son las 10h30, están casi por salir al receso. Mientras el ensayo ocurre, en el aula contigua están pintando la escenografía y en el segundo piso se realizan pruebas de vestuario. El equipo de producción está conformado por un gran grupo de voluntarios profesionales. Cada detalle está pensado para construir un mundo mágico en el que los niños jueguen y disfruten en el escenario. Aquí los comentarios surgen por doquier. “Cómo han crecido” es el que más se repite. De sábado a sábado, se los ha visto crecer, desenvolverse de manera diferente, hacer amigos y crear grandes lazos.
Detrás de cada participante de la obra hay una historia: sus tratamientos, su familia, su recuperación, sus alegrías, los miedos a los que se han enfrentado y los que han vencido dentro y fuera del teatro. El cáncer es una enfermedad que afecta a todos los miembros de la familia y de manera especial a los hermanos. Muchos no entienden la atención que se brinda al niño enfermo, otros se sienten relegados. Las artes escénicas han transformado sus relaciones, el cuidado de unos a otros; ahora ven a la enfermedad de manera distinta y comparten el escenario juntos. En sus escuelas son los niños diferentes porque son parte de un gran espectáculo, la enfermedad queda de lado. En sus casas ensayan con emoción sus coreografías; los más pequeños lo hacen junto a sus madres porque bailarán juntos.
Son las 11h30 y la pasada general inicia. Todos saben que los siguientes pasos ya serán en el teatro y que su emoción será transmitida a todos los presentes.
Los Argonautas de la Alegría es una historia que busca sensibilizar al espectador y promover la bondad, la inclusión, el amor, la solidaridad y la resiliencia.
Son las 12h30 y el último ensayo ha terminado. El transporte lleva a los niños y los voluntarios ponen todo en orden. Ahora solo queda esperar que las puertas del Teatro Nacional de la Casa de la Cultura se abran el 24 de noviembre a las 18h00. El esfuerzo y dedicación de los niños y niñas tiene como objetivo generar conciencia acerca de la lucha optimista que viven día a día. Su regalo más grande será un gran aplauso que celebrará la vida.
Sobre la Autora
Belén Perdomo
Comunicadora, networker FuXion, voluntaria y aprendiz. Estuvo varios años involucrada en medios hasta que el mundo de las organizaciones sociales llegó a su vida y no hubo vuelta atrás. Le apasionan los emprendimientos con impacto y el estilo de vida saludable. Como dicen por ahí: la comunicación es todo y todo comunica.
Instagram: @belenperdomo
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