Al igual que otros segmentos de la economía, el sector de la moda se ha visto afectado por la coyuntura actual del COVID 19 y las restricciones impuestas en los países. Tanto empresas como consumidores están repensando su relación con esta industria, pero son pocos los que conocen qué está detrás de la moda. Este artículo es la primera parte de una serie que busca reflexionar sobre el impacto ambiental y social del sector y cómo podemos ser consumidores de moda más responsables.
Alguna vez se han puesto pensar ¿De qué está hecha la ropa que usan? ¿De dónde vienen los materiales con los que se hizo su saco favorito o la última camiseta que compraron? No es muy común hacernos estas preguntas cuando elegimos ropa o zapatos; a menudo simplemente nos gusta, va con nuestro estilo y solo nos fijamos en el precio o la marca. Hace poco descubrí el impacto que tiene el sector de la moda en el planeta y hoy quiero compartir con ustedes lo que he aprendido.
La moda tiene un valor estimado global de 2.5 trillones de dólares y emplea alrededor de 300 millones de personas. Es uno de los sectores más globalizados que existen. Las materias primas con las que se produce nuestra ropa vienen de una parte del mundo, se manufacturan en países en desarrollo donde la mano de obra es más barata, después se venden en tiendas en diversos lugares y en los últimos años también a través de internet lo que facilita el proceso de compra-venta, haciendo posible adquirir casi cualquier prenda sin salir de casa. Estos son los pasos que están detrás de cualquier prenda que estamos usando.
La producción de materias primas amenaza los ecosistemas naturales y la biodiversidad por el cambio de uso de suelo, uso de fuentes de agua, pesticidas, insecticidas y fertilizantes en los procesos agrícolas. Por ejemplo, para la producción de fibras naturales como la viscosa se tala millones de árboles cada año o para producir 1 kilo de algodón se necesitan más de 10.000 litros de agua. En cambio, la producción de textiles sintéticos como el polyester o el acrílico, que son plásticos, proviene de derivados del petróleo. Se usan alrededor de 70 millones de barriles de petróleo al año solo para la producción de polyester, lo que significa que se emiten cantidades significativas de gases de efecto invernadero (GEI) para convertir los combustibles fósiles en textiles.
Luego, 2.400 tipos de químicos se usan en el proceso de producción de ropa, algunos dañinos para nuestra salud. Se estima que se necesita 1 kg de químicos para producir un 1 kg de textiles y convertirlos en telas suaves y de colores brillantes como las que usamos. Además, se usan y contaminan grandes cantidades de agua en el proceso, 20% de la contaminación de agua por procesos industriales viene del tratamiento de textiles. Una vez que la ropa ha terminado el proceso de producción, dependiendo a qué parte del mundo va la prenda, causa más o menos emisiones de GEI que contribuyen al cambio climático. Es así que la industria de la moda es la segunda más contaminante del mundo y es responsable del 8 al 10% de los GEI globales. ¿Y después? El cuidado que tenga cada persona con sus prendas y las decisiones que tome respecto a lo que hará una vez que ya no las usa también impacta directamente el medio ambiente. Se estima que del 1.5 millones de toneladas de microplásticos que entran al océano al año, el 35% proviene de la ropa y textiles sintéticos cuando se los lava.
Algunas compañías del sector de la moda ya están tomando acción. Por ejemplo, a través de reducir el número de colecciones al año o estableciendo estrategias de sostenibilidad que permitan minimizar los impactos ambientales a lo largo de la cadena de suministro. También, algunos empiezan a innovar con procesos de reciclaje o ‘upcycling’, que buscan producir nuevos productos con materiales de prendas anteriores que ya no se usan.
Pero, ¿Qué hacemos los que compramos ropa? Aquí les dejamos algunas recomendaciones que podemos tomar en cuenta. Es nuestra responsabilidad como consumidores tomar decisiones más conscientes.
Usemos más lo que ya tenemos en nuestro closet, cuidemos mejor nuestra ropa y lavemos solo las veces necesarias. Cada vez que lavamos prendas de material sintético hasta 700.000 fibras pueden desprenderse, lo cual resulta en microplásticos que se liberan al agua y terminan contaminado el océano. Además, extender la vida útil de una prenda por 9 meses puede reducir la huella de agua en 25%.
Busquemos comprar de marcas que estén tomando en cuenta el impacto ambiental en su cadena de producción a través de estrategias de sostenibilidad. Además, la compra de segunda mano es una excelente alternativa. Esto extiende la vida útil de las prendas y el impacto al planeta es menor.
Antes de comprar una prenda, miremos su etiqueta y conozcamos los materiales de los que se compone. Prefiramos fibras naturales antes que sintéticas, acuérdate, ¡polyester es igual a plástico! y de las naturales, mejor si tienen certificación, por ejemplo algodón orgánico o viscosa de bosques manejados de forma sostenible.
Finalmente, podemos calcular la huella de tu closet usando Fashion Footprint Calculator.
Tenemos el poder de crear impactos ambientales significativos en la forma que producimos y usamos la ropa. Aunque no es algo que depende solo de nosotros como consumidores, hay que reconocer que nuestras decisiones de compra y uso de nuestro closet sí impacta el planeta en el que vivimos.
Te invitamos a leer el segundo artículo de esta serie: El impacto social de la moda.
Sobre la autora
Daniela Carrión
Economista y Máster en Ambiente y Desarrollo. Trabaja como gestora de proyectos en el campo de la cooperación internacional, en temas de ambiente y su vínculo con el desarrollo. Su trabajo la ha conectado con el cuidado del planeta y el propósito de vivir una vida más sustentable. Apasionada por temas de psicología, autocuidado y desarrollo personal. Cree que el primer paso para ser feliz es estar bien consigo misma.
Instagram: @dani_carrionj
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