En Ecuador nos enorgullecemos de ser un país diverso, pero ¿cuánto sabemos realmente sobre las experiencias, historias, luchas, lenguas y filosofías de sus distintos pueblos y nacionalidades? ¿Dónde obtuvimos la información que sí tenemos? ¿Es esta información veraz y completa? No recuerdo exactamente qué fue lo que me llevó a hacerme éstas y otras interrogantes similares hace algunos años. Sin embargo, la búsqueda de respuestas me ha enseñado mucho. Por ejemplo, empecé a estudiar quichua, y este idioma me ha abierto a una visión distinta de la vida. También he aprendido a hacer preguntas, incluso cuando las respuestas puedan incomodarme, porque solo así es posible cambiar y mejorar. Pero, sobre todo, en este tiempo he aprendido a callar y escuchar, siempre agradecida por la sabiduría de cada una de las personas que generosamente han compartido sus historias conmigo.
En esta ocasión, doy gracias por la oportunidad de conversar con Sara Fuentes. Aunque todavía la conozco poco, podría contar algunas cosas sobre Sara. Podría decir, por ejemplo, que es una mujer de 22 años que nació en Ibarra, creció en la parroquia de Ilumán, y ahora estudia Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en Quito. También podría decir que tenemos muchas ideas parecidas, además de un gusto común por las tortillas de tiesto que encontramos en el barrio donde coincide que las dos vivimos cuando estamos en la ciudad. Sin embargo, lo que es importante para ella que se sepa es que su nombre significa maíz en quichua, y que en esta entrevista nos comparte su perspectiva, mas no representa la voz de toda su comunidad, sino una porción de esta.
Belén: ¿Cómo crees tú que se les ve en Ecuador a los distintos pueblos y nacionalidades que viven aquí?
Sara: Es muy complejo. En Ecuador todavía hay bastante racismo, y aunque se lo ha tratado de erradicar, también existen muchos estereotipos que se ven, por ejemplo, en los medios de comunicación e incluso en las frases que se usan en el día a día. Da pena notar cómo los medios construyen a los personajes indígenas con estereotipos muy marcados. Se los usa para hacer comedia, y se los pinta como sucios, vagos e ignorantes. En una conversación con uno de mis amigos concluimos que, si necesitan burlarse de una identidad para hacer comedia, eso no es comedia, eso es basura. Es una visión muy negativa y superficial, no se analizan los problemas de pobreza ni de injusticias sociales. Además, hay muchas ideas falsas que se están reproduciendo a partir de esta visión. Si la gente sigue consumiendo este tipo de contenido, el pensamiento no va a cambiar. Por eso, la auto representación es muy importante. Debemos escuchar las voces de las personas quichuas y de otras comunidades, entender cómo ellos quieren ser vistos y cuáles son sus historias.
Belen: Mencionabas también el lenguaje que usamos a diario.
Sara: Sí, por ejemplo, dicen ‘perro runa’ para referirse a un perro que no es de raza o a un perro callejero. Para nosotros, el término ‘runa’ significa ‘ser humano’, y es el término que usamos para referirnos a nosotros mismos. El que mucha gente lo use de una manera peyorativa da una idea de cómo se ha construido la concepción de quién es y cómo se ve a una persona quichua.
También creo que muchas veces se representa a las culturas indígenas como si todas estuvieran en un mismo vasito, como si no existiese diversidad dentro de cada una. Se habla de las culturas únicamente cuando se refiere a festividades o folklore, cuando una persona está orgullosa del país pluricultural porque vio un baile o comparsa, entonces la diversidad es reducida solo a escenarios y eventos públicos y se acaba ahí, pero somos mucho más que eso.
Belén: ¿Y qué es una verdadera diversidad para ti?
Sara: Es entender que somos sujetos con una propia decisión, con una propia cosmovisión, y con derechos. Sin embargo, esta visión choca con la idea eurocéntrica del Estado porque para que un Estado funcione se necesita promover el ideal de una sociedad homogénea, y la diversidad no encuentra espacio en ello.
Belén: ¿Qué se podría hacer para alcanzar esta diversidad más amplia?
Sara: Primero, reconocer la historia del Ecuador y aceptar el hecho de que todas sus batallas de independencia, todo lo que está construido hasta ahora, empezando por el centro histórico de Quito, fue hecho por manos de personas indígenas, y por opresiones. La educación debe ser muy transparente con eso, y debe reconocer los errores del Estado a través del tiempo. Necesitamos reformas educativas para que se enseñe que la historia no es un suceso lineal y homogéneo, sino bastante complejo. Se debe hablar sobre todos los procesos de colonización para comprender que éstos no quedaron ahí, sino que continuaron y se transformaron en sistemas como los obrajes y el trabajo en la tierra en las haciendas, que siguen teniendo repercusiones hasta ahora. Mis abuelos trabajaron en la hacienda, no es algo lejano a nuestras realidades. La educación debería ser responsable y contar varios lados de la historia, eso nos ayudaría a formar estudiantes críticos que entiendan las complejidades sociales y sus consecuencias. Es triste que tengas que entrar a la universidad para aprender sobre todo esto, y a veces ni siquiera ahí se habla de estos temas.
Sin embargo, no debemos esperar a que ocurran estos cambios para aprender, es también un trabajo bastante personal. Tienes que tomar la decisión de observar las injusticias sociales, de educarte, y de acercarte a distintos espacios de manera respetuosa. Hay libros de escritores quichuas que puedes leer para aprender más. A mí personalmente sí me ha pasado que me he sentido distanciada de lo que pasa en Ecuador. Hace poco fui con unos amigos a visitar comunidades afrodescendientes que están solo a una o dos horas de mi casa; me di cuenta una vez más que tengo mucho por aprender y escuchar.
Belén: ¿Cuáles son algunos de los beneficios de escuchar a las distintas voces de las diferentes comunidades?
Sara: El primero es el reconocimiento de que existen otros saberes y otras cosmovisiones, eso es importantísimo. Hay ideas de los pueblos y nacionalidades indígenas que nos permitirían acercarnos a la naturaleza, a las otras personas, y a nosotros mismos desde otra perspectiva. El idioma quichua es bastante especial en ese sentido, existen morfemas que nos develan otro tipo de relaciones. Por ejemplo, el término ‘Pacha Mama’ demuestra una personificación de la tierra como “madre”. Esto hace que la sintamos ya no como un ser inerte, sino como un ser humano, como alguien que está viva y que nos sustenta, no a al revés; nos demuestra que somos parte de una dinámica. Este es un ejemplo, pero cada cultura es única y cada una tiene sus propios rituales, sus simbolismos y sus conocimientos. A la final, el reconocimiento de estas pluralidades y singularidades es lo que verdaderamente enriquecen al Ecuador.
Sobre la Autora
Belén Febres
Comunicadora comunitaria e investigadora social. Con su trabajo busca juntar voces, corazones, conocimientos y vivencias.Actualmente está realizando un doctorado para aprender sobre las experiencias de vida y las percepciones de salud y bienestar de mujeres diversas que han migrado a Quito desde otros lugares del Ecuador.
Instagram: @belenfebres
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